Refugio vital
Me despierta una cierta ternura volver a esta canción en la que intento de retratar cómo era mi entorno social más inmediato, en aquellos lejanos años 90, en los que empezaba ya a rebelarme contra la sociedad que me rodeaba por todas partes con el Yo resultante de dicha realidad. Y aunque me resulta ya tan lejana que no me sentiría lo suficientemente motivado como para retomarla, musicalmente sí me parece una melodía bien bonita que me parece valioso recordar.
Madrid, agosto 2025
Refugio vital
Hoy veo en la tele
que hay una nueva guerra
donde mueren quienes matan
los muy hijos de perra
que manejan las noticias
con que inundan la tierra,
que revuelven las entrañas
de los que aman la verdad.
Hoy me hallo oprimido
por mi vida en la selva,
y me aburro de una vida
carente de inquietudes,
me sacudo esa carencia
explorando actitudes
que me enfrentan a rebaños
de vidas polvorientas.
Sales a cambiar
y encuentras que nadie
quiere ya mejorar
porque han asumido
que las piedras no dan.
Y estériles van,
sumándose al rebaño
de nuestra sociedad
producto del manejo
vil de altas esferas
que nos ciegan, nos atrofian,
nos implantan una realidad
que conduce a cerraduras
de conciencia, refugio vital.
Hoy mi vecinita
me ha estrenado bikini,
y me baja a la piscina,
a su esquina de diosa,
con la cara bien erguida
y sería, ignora mi cine
y me sepulta almimermado
en mi esquina tediosa.
Mas ella se pierde,
vanidosa, mis cosas,
y madura por un túnel
sin laterales puertas,
y pasados unos años
creerase estar de vuelta
de la vida, con dos hijos
y un marido sin rosas.
Muerome de amar
a las muchachitas
que recientemente han
florecido en carnes,
orgullo, alevosía,
mas me han de ignorar,
porque han asumido
roles de identidad
basados en la madre
y en la publicidad,
que las ciegan, las atrofian,
las implantan una realidad
que conduce a cerraduras
de conciencia, refugio vital.
Siempre he precisado
de manos ofrecidas
que me brinden sacrificios
con modales de altura,
y a menudo me he encontrado
que la vida es muy cruda,
y que nadie se ha ofrecido
a lamerme las heridas.
Y es que, qué podémosle
pedir a profundos
malestares en cadena,
sinos de podredumbres,
es posible que en el fondo
habiten buenas costumbres,
mas se pierden enredadas
en las cosas del mundo.
No sé qué pensar,
si miro hacia dentro
no me encuentro maldad,
mas sí sufrimientos
que incitan a matar.
Salí ya a cambiar,
y a pesar de logros
lo he pasado tan mal,
que albergo otros ogros
de influencia crucial,
que me ciegan, que me atrofian,
que me implantan una realidad,
que conduce a cerraduras
de conciencia, refugio vital.
La Habana (1999)








