Me duele tanto La Tierra...
Me resulta difícil describir el cariño que siento, tanto por este monólogo, como por los descarnados y difíciles tiempos que me lo inspiraron. Llegué incluso a temer la posibilidad de no poder volver a tocar la guitarra. De ahí que no le llegara a poner música. No hay superación sin amor ni aprendizaje sin dolor, ni sin las pruebas y dificultades que vamos encontrando en el camino. Y con ello vamos haciendo la Vida.
Madrid, julio 2023
Me duele tanto La Tierra...
Me duele tanto la tierra...
¿Omitidas verdades cuántas?
Maquinaria de atrocidades cruentas
orquestadas para atosigar gargantas.
Mi amor y el suyo... obliterados
el alarido de tantos... olvidado,
y mientras lloro, escribo y canto,
pienso desnudo en cuanto describo,
y lloro de tanto que imploro
a cuántos manejan destinos
que, nobles, inviertan decoro.
El sol se anuncia entre almenas
velado por el edificio
de enfrente: izadas colmenas
de bienes privados y vicios
donde ajenos vecinos apenas
comparten los sacrificios,
vetando por entre sus venas,
del tacto, los beneficios.
Otoño albergue, pezones erguidos,
iglúes posados en cuerpos dormidos
despiertan al sol de noviembre aturdidos.
Conjuntos de lana, de ante, y destilo
tu cuello novel, tu cuerpo escondido.
Consumen las hojas hogueras de tilo
la bruma posada, bufandas en vilo,
la paz reposada del canto de un grillo.
Y mientras este torrente
de ideas, dolores y calma,
agregan pasiones a mi alma,
regia canción solivianta
rebaños calcáreos de gente.
De la gente. ¡Dónde está la gente!
¡Me duele tanto la tierra...!
Me alarma tanto la guerra
que engaña, amenaza
mordiente tenaza
de araña, querella,
mostaza,
cadáver abajo corriente
que no vivimos, que no nos enseñan
batallas libradas en remotos frentes.
¿Dónde? ¿Dónde? ¿Dónde está la gente?
Mi amor,
silenciosa, eficiente, sabuesa,
abandona al cariño mi mente poblada de estíos,
labora prudente entre ritmos vaivenes
de acacias y limpias paredes,
y amante de espacios y risas,
ternuras, cerezos, camisas,
me implora precisa quehaceres
y pieles que agranden cobijas.
Y yo elijo en la vida sin prisa,
aun con ansia de hacer nubarrones
“desventrarse” en su lluvia deprisa,
¡tan deprisa!
como aquella vez primeriza
derramado sobre un vientre de adobe.
En la vida y la prisa
yo elijo recorrer avizor la ribera
depurando granitos de arena:
eslabones de sal diminutos,
si con ello, minuto a minuto,
voy limpiando a este sapo de esputos
aunque me deje la vida en tarea.
Mas amor, con espera y sin tregua,
¡es tan grande mi amor por la tierra!
que merece la vida el cariño
de ver limpia la próxima era,
¡emoción repoblada de niños!
Y es tan grande, tan grande, la espera
cuan inmensa de grande es la esfera
que abarcar con los brazos quisiera
y no alcanzo a pagar el suplicio.
Ilusión que ventea caminos,
calma chicha del mar, marinero.
Carambolas a bandas crecientes
ejercitan al viento gaviotas
“litoradas” al linde costero
que no impedirán la derrota
a manos del dios don dinero,
que, en mal sueño de enero doliente
vendrá a cortar las cadenas
de peones, herodes y hienas,
mientras, inanes, morimos en pena
quienes, héroes, amamos valientes.
Amor, sonrisa paciente,
es tan grande mi amor por la gente...
¡Con tu pulso calor
de piel tibia, esplendor,
habítame ardiente,
desnuda bajo piel de castor
y de nutria, conscientes!
Madrid (2002)








